ella se encontró un ipod touch trabajando en un campo de concentración. trabajo sucio, trabajo de limpieza, como tÃpica inmigrante que es. trabaja limpiando la memoria histórica de la culpa alemana. como es sudaca no son los alemanes los que pagan ese trabajo, basta que lo hagan los turistas. lo encontró y pensó que era un teléfono, y como usa linux la interfaz sofisticada del aparato requerÃa una consulta virtual para desglosar una completa comprensión. habló tres horas de torturas y muertes, caminó pisando cámaras de gas, cuarteles y fosas comunes, pidió una cooperación voluntaria y regresó a su casa intentando obviar los chillidos de los turistas españoles en el tren. luego se acordó que lo tenÃa en la mochila. luego descubrió lo que era, no tardó en comprenderlo porque su mente es sagaz como la visión de un lince o como su propio instinto de supervivencia. si fuera alemana lo hubiese dejado en la recepción, hubiese recordado hacerlo. pero como no lo es, lo considera un gesto de generosidad del paÃs de acogida, «esta es la generosidad del primer mundo» dice, y con su ejemplo nos hace seguir creyendo que por aquà pueden llover ipods, seguros médicos o perfumes marca dior.