iba a escribir sobre los achaques que vienen cuando se deja de ser joven, de los dolores de espalda. iba a escribir en segunda persona singular y desplazar a tu cuerpo todos esos dolores que vienen justo mientras sigues viviendo como si fueras estudiante, cuando ya perdiste la práctica de hacer fichas bibliográficas y guardas las antiguas en el mismo cajón que las cartas de amor. iba a decirte que revisaras bajo tu cama, que sacaras las cajas que se te entierran en las lumbares mientras roncas y babeas, que atendieras el bruxismo porque deviene tortÃcolis de manera paulatina e invisible. iba a decirte que es importante el asiento de la bicicleta, la silla del ordenador, la posición de las piernas y de la cabeza al momento de sentarse, usar algo blando, pero no demasiado. iba a decirte que las personas mayores se desperezan cada mañana sólo porque es un reflejo para expulsar el dolor, que con los años viene inevitablemente, asà como la resaca, las caries, las jaquecas. iba a decirte que los estiramientos matutinos son sólo una estrategia común para sacarse de encima la hostilidad de esas sensaciones, aunque no puedas hacer nada por hacerlas desaparecer. iba a hablar de espalda hueso hÃgado, todo eso que yace más acá de la ortografÃa.
pero esta mañana desperté enferma, con la nariz obstruida por moco verde de ese que sirve para pegar un espejo al muro, desperté pensando en ira, en sinsabor. desperté con una mano en el coño y la otra en el corazón, como un reiki absurdo de cables pelados. desperté y estuve esperándote (sin saber que de llegar lo harÃas en peores condiciones que yo…), y vi televisión, y la usé a ella y su mando a distancia de triste compañÃa para mi fucking head repleta de pain. i need reposar mis huesos in an horizontal line, me dije, y sólo al bordear la media noche pude llegar a balbucearle a este teclado harto de barbaridades lo que habÃa pasado.
no sabes lo mal que huele la cera depilatoria, eso sà que lo sabe disimular la gente sólo a punta de edad y costumbre.