hace dos dÃas pude ver la manifestación por los recortes sanitarios. habÃan tantas batas blancas, batas bailando, gritando, batas con piercings, algunas, otras sin nada más que los ánimos de decir. se veÃan contentxs de tomarse la calle y yo dentro de todo me sentà un poco extraña, un poco fuera de contexto, sin el dress code o qué sé yo. mi sentimiento de no pertenencia no era evidentemente porque la causa no me tocara (o más que eso, cualquier oportunidad que me den para gritar en la calle, me la tomo), sino más bien porque sentÃa que toda esa gente estaba haciendo un gesto extraordinario para salir a la calle, como quien va de vacaciones a honolulu, o prueba los saltamontes fritos. una aventura única e incluso algo excéntrica. un juego.
luego de eso me fui.
por la noche, intensas disgresiones sobre el arte. siempre se decÃa que «(hel)arte era cagarse de frÃo». y sÃ. a veces la aridez del arte, su estúpida autorreferencialidad pretenciosa, enfrÃa.
encontré una nota que apunté sobre un T10 ese dÃa: «hoy he sentido muy fuerte el aliento de las personas».