hace unas semanas pasó por aquà alejandra, la parias hilton, otra herencia afectiva de mis queridas cuts y otra joya nacional de mi triste reino: chile. en una de nuestra conversaciones usó varias veces el verbo transicionar. punto.
junto con su visita (y quizás simultáneo a esa conversación) llegó a mis manos, después de dos largas semanas de espera, una caja que contenÃa un ordenador portátil macbookpro de 13 pulgadas por el cual habÃa pagado casi 1000 euros (gracias a una rebaja solidaria de la buena de marÃa). con ese gesto, el de darle todas mis sucias y pocas monedas restantes a la empresa del recientemente fallecido steve jobs (púdrete), se estaba fraguando un sentimiento de incomodidad escogida que no tardarÃa mucho en estallar en su condición de insoportable. mi relación con esa máquina fue breve (pacto roto) porque se basó insondablemente en la frustración. sus vanguardias me parecieron añejas, su exclusividad más patética que nunca. me veÃa entregada a una espiral plagada de privaciones, incapacitada para aplicar las herramientas que habÃa conseguido con esfuerzo y dedicación sobre su débil esqueleto. y no era su cuerpo lo que más me molestaba, sino su ideologÃa. iba ahà carcomida por el envoltorio una estructura interna incapaz de asumir mi pasado, una suerte de movimiento ahistórico la poblaba. decidà después de un dÃa y dos horas de conversación con el servicio técnico que no era lo indicado para mÃ.
(mi conocimiento tecnológico, aún muy pobre, está basado en una serie de aspectos circunstanciales, biográficos, dramáticamente personales y colectivos a la vez. incluso fÃsicos me atreverÃa a decir. mi humanidad se resiste al borrón y cuenta nueva. tampoco fanática del pasado, pero sà objetora de la constante actualización. tatuajes, marcas, deformaciones hay en mi aprendizaje. si eso significa empezar de nuevo, tantas veces me sucede que no quiero actualizar…)
devolvà el mac. esto significa algo ferozmente dramático, porque mac hay de 5 modelos y nada más. se elije según el presupuesto, yo nunca habÃa preguntado por el procesador, ni la trajeta gráfica, ni por la ram. en el mac todo va bien, en una bella caja y funciona, sin más. decidà devolverlo y me quedé en ascuas. y ahora qué.
me digo: no hay que llorar, ya está tÃa. son tantos años dando la chapa con el open source y qué, avergonzada del mac, su brillo plateado de pacotilla, sus teclas suaves (que ya todos tienen en realidad), sintiéndome desclasada incluso. cámbiate. el linux funciona, se lo dices hasta a tu madre, incluso lo has instalado en otras máquinas, venga, combate esa pereza, apáñate.
luego hay algo que se ralentiza. ya no te dicen en la tienda lo que es mejor para tÃ. tienes que empezar en plan investigador privado a rastrear lo que la máquina tiene en su interior, sus cables y circuitos, sus componentes, su fragilidad. se aprende lo que la curiosidad aguanta. se piensa a través de foros. se multiplican las ventanas, las fotos no dicen mucho, una serie de números e incomprensión.
he dado el gran paso, he tardado 7 años. cuando digo que para mà esto es transicionar poca gente me entiende. probablemente son las que tienen los dedos con forma de pelos que entran por las rendijas del teclado, quiero decir. probablemente son las que tienen el cuerpo un poco maquÃnico, las que no pueden distinguirse con total claridad de su terminal. las que inventan códigos o les cambian la forma, las que escriben raro, a veces las llaman poetas, chifladas, artistas o yonkis. me han entendido unas pocas que además, como han entendido, más que felicitarme se han alegrado de forma genuina.
dejo macintosh, adiós. desde ahora me convierto en disidente, contrarrepresentante. odiaré a la macintosh como quien odia al capitalismo o al heteropatriarcado, con el cuerpo y la cabeza y hasta los hongos o lo indeseable. seré una desprestigiadora ejemplar, pero me niego a volverme evangelista (si me sorprende alguien le agradezco me llame la atención). en mi pueblo a esta clase de gente se la llama «canuto», que no es lo mismo que en españa. un canuto en chile es uno que da la lata de manera insistente. linux no es la verdad de nada, es sólo un sistema operativo. y a pesar de eso, no estaré tranquila hasta completar al menos 10 instalaciones. es mi venganza, tal como cuando descubrà la estafa de las compresas (mooncup for ever) o la tragedia del amor.