de pronto llega el amor sin que una lo haya llamado. no golpea, no avisa, te pilla sin depilar, sin haber cambiado las sábanas, con la nevera vacÃa. no hay café…
llega un amor que es de ensueño y es a distancia y se vuelven a poner en práctica todas esas viejas estrategias de amor a lo lejos, sólo que ahora, ahora sÃ, tenemos cada vez más tecnologÃa, y eso que no la hemos usado toda, y eso que aún nos queda mucho por experimentar, empezando, claro, por encontrarse cuerpo a cuerpo, chocar los huesos, sudar la carne, chupar los poros insaciablemente unos cuantos dÃas sin tregua, sin conciencia, sin casco ni uniforme, sin fusil.
llega el amor justo cuando ya éramos cyborgs (proletarios de la misma clase), y toda nuestra cibernética dormÃa en la propia cama, y soñábamos con twitter, con skype, con mensajes de texto, y nuestro amor se representaba asÃ, asà de banal y simple como una aplicación encastrada en un aparato más pequeño que la mano. y ¿por qué no lo habÃamos hecho antes? ¿por qué no habÃamos profanado los castillos de la tristeza? ¿por qué no habÃamos hecho meditaciones simultáneas de cara al sol? simplemente, porque el año pasado fue una mierda. sin relativismos, sin lugar a dudas.
entonces, en este estado menor, de incontrolable sentimiento y emoción contra-colérica se desprende el daño, lentamente, cae como piel muerta, surgen nuevas excavaciones, asentamientos arqueológicos perdidos por la fuerza de la desdicha, recuperación del cuerpo, y sobre todo, de las manchas que contiene. cicatrices que ahora parecen bellas, cuando mi lengua las rasca como si se alimentara de costras, cuando me enseñas a amar mi transpiración, y el amor es un tema de referencia. todo se ve bello desde aquÃ, y esta fragilidad es lo más bello. porque no tenemos miedo.